1.8.16

¿Quién se va a ocupar en probar racionalmente la existencia de la belleza?

El ego es la fuente de todos los ídolos .
Cuando hacemos de nuestra imagen del Absoluto un ídolo, entramos en conflicto y guerra con los ídolos construidos por otros. Esa es la guerra de religiones. La guerra de religiones es guerra de ídolos colectivos. Quienes no toleran que sus egos construyan ídolos, no van a esa guerra. Quienes van a esa guerra no conocen “al que es”, porque lo han sustituido por un ídolo. Y hay guerra no sólo cuando se derrama sangre, también la hay cuando se ignora y cuando se menosprecia. Aunque hay guerras de muchas clases, los ídolos, al fin, siempre terminan por reclamar sangre. 
La única prueba de la existencia de la otra dimensión de lo real, llámesele Dios o de otra forma. La única prueba de la existencia de “Eso otro”, que no es “otro” de nada, al que la tradición ha llamado Dios, es únicamente su calor y su luz. Un calor y una luz que es como un fuego ausente, pero que transforma cada átomo de lo que existe en espíritu, en aliento de vida. Ese espíritu muta la realidad de manera que lo que parecía no existir, existe esplendoroso y sutil; y lo que parecía existir sólidamente, muestra su inexistencia. No hay más prueba de Dios que ésa. No es una prueba de argumentación, sino de verificación. 
¿Quién se va a ocupar en probar racionalmente la existencia de la belleza? Basta ponerse en condiciones de poderla verificar por sí mismo. Igual ocurre con esa otra dimensión a la que se ha llamado: Dios, Vacío, Absoluto y con otros muchos nombres. Acercarse a esa dimensión es un milagro, el milagro del conocer y sentir silencioso... 

Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî” 

23.7.16

Si pretendes que se adapte a tus expectativas, le esperarás todavía cuando ya está presente


fe, cuando es fe-creencia, puede convertirse en infidelidad. Hoy, en Occidente, si no se tiene la posibilidad de la fe sin creencias, la fe-creencia es fidelidad; si se tiene la posibilidad, la fe-creencia es infidelidad.
La fidelidad a formas establecidas y consagradas, puede ser infidelidad; y la infidelidad a esas formas, fidelidad.
Infidelidad es siempre la vuelta con todo el corazón y con toda la mente a los bienes de este mundo como lo único real. Aunque se reconozca con la mente que hay más dimensiones en el mundo que esa, si para el corazón, la mente y para la acción sólo hay esa dimensión, eso es infidelidad real. ¡Cuántos infieles que se dicen fieles!
El mundo entero pide amor, porque Dios no es “otro” de él.
No te engañe su presencia-ausencia en el mundo. Si te has vuelto hacia la revelación inmediata del ausente-presente, no regreses a la creencia porque le quisieras sólo presente.
Si has entrado en la intimidad del ausente-presente, no vuelvas a la obediencia porque no le reconoces en su sutilidad.
No confundas su ausencia con “sólo estoy en su umbral”.
No mires atrás porque no se presenta como tú esperabas. Comprende su intimidad como es y no la exijas como tú la esperabas.Si pretendes que se adapte a tus expectativas, le esperarás todavía cuando ya está presente...
"Cantos de eternidad". La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”

22.7.16


El poder de la Palabra en su presencia-ausencia

Quien comprende al que comprende, muere como el que compren-de. Y lo que muere es el alma del alma, el sentido de la individualidad.
La muerte viene por la lengua, por la palabra. Su Palabra es fuego que abrasa al individuo con su presencia y es consuelo en la desolación de su ausencia.
Su Palabra es una piedad inmisericorde. Son flechas que hieren de muerte al pájaro del alma.
Son una piedad, porque me liberan de mí, pero son una piedad inmisericorde porque me matan.
En mí, su presencia-ausencia es el alba que devora las tinieblas; en mí es el día que enciende la luz del sol. Él vuelve mi término al inicio de los inicios. Su faz levanta todas mis nieblas.
Le veo y me lamento por su ausencia.
Él es celoso, no quiere que nada ocupe mi mente y mi corazón fuera de Él. Él es todo, pero es “otro” de todo lo que doy por real.
Mi gozo y mi pena por su presencia ausente son una ofrenda a Él.
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Y si nos detuviéramos ¿Qué pasaría?
Pasa que cuando uno se detiene o se asienta, todo lo que estaba en movimiento se agolpa en el interior buscando continuar el movimiento...
El gran shock que padecemos en el aquietarnos es el del silencio. Cuando nos callamos, surgen de nosotros todas aquellas palabras, frases, imágenes, ideas, pensamientos, sentimientos por decir...
comunicar. La única vía de escape para soportar la inercia en la detención es la de comunicarse.

Primero, con uno mismo.
Relatarse a uno lo que se vive como hablando con alguien a quien deseamos... Tomar contacto de ese diálogo sincero con lo que nos sucede es casi la gran tarea a la que nos deberemos comprometer si deseamos una vida feliz.
Segundo, comunicarse (como sea) con otro, ... Aquí la creatividad tiene que ser fecunda. Cada palabra, gesto, dibujo, canción, silencio, mirada… será una curación. Sentirás el alivio de sentirte vivo sólo si comunicas lo que vives sea lo que sea que padeces, como sea que se pueda comunicar.
Detenerse y contemplar el verbo. ¿Qué estoy haciendo? Y permanecer allí. Sereno, sin hacer más que sentir lo que sientes. Alabando la inmovilidad ante lo incambiable. Dejando ser lo que es. Que es lo más real, y sólo la realidad cura. Solo la aceptación agradece.
Emmanuel Sicre Sj