22.11.11

¡Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas! Lc 21,19


La obligación de anunciar la buena nueva va a obligarnos a caminar simultáneamente al paso de Dios y al nuestro, por lo que la mayor parte de las veces tendremos los andares insólitos de un cojo o los vacilantes de un semiciego. Con todas nuestras fuerzas, todo nuestro espíritu y todo nuestro corazón haremos de la evangelización la aplicación del programa de Jesucristo. Pero el programa que conocemos se sume por completo en un plan que para nosotros permanece oscuro. No sabemos lo que el Señor hará del trabajo de cada día, aunque sea perfecto..., y si es muy imperfecto o torpe, tampoco sabemos para qué servirá. Lo único que sabemos es que lo que se da a Dios no se pierde.
Madeleine Delbrêl