28.2.12

¡Padre NUESTRO!

KODER
PARÁFRASIS DEL PADRENUESTRO

“¡Santísimo Padre Nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro!
que estás en los cielos: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para conocer, por qué Tú, Señor, eres la luz; inflamándolos para amar, porque Tú, Señor, eres el amor; habitando en ellos y colmándolos para gozar, porque Tú, Señor, eres el bien sumo, eterno, de quien todo bien procede, sin quien no hay bien alguno.
Santificado sea tu nombre: clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la altura de la majestad y la hondura de los juicios.
Venga a nosotros tu Reino: para que reines Tú en nosotros por la gracia y nos hagas llegar a tu Reino, donde se halla la visión manifiesta de Ti, el perfecto amor a Ti, tu dichosa compañía, la fruición de Ti por siempre.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre en Ti; con toda el alma, deseándote siempre a Ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a Ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, empleando todas nuestras energías y los sentidos del alma y del cuerpo en servicio, no de otra cosa, sino del amor a Ti; y para que amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos, atrayendo a todos, según podamos, a tu amor, alegrándonos de los bienes ajenos como de los nuestros y compadeciéndolos en los males y no ofendiendo a nadie.
El pan nuestro de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, dánosle hoy: para que recordemos, comprendamos y veneremos el amor que nos tuvo y cuanto por nosotros dijo, hizo y padeció.
Y perdónanos nuestras deudas: por tu inefable misericordia, por la virtud de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos.
Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores: y lo que no perdonamos plenamente, haz Tú, Señor, que plenamente lo perdonemos, para que por Ti amemos de verdad a los enemigos y en favor de ellos intercedamos devotamente ante Ti, no devolviendo a nadie mal por mal y para que procuremos ser en Ti útiles en todo.
Y no nos dejes caer en tentación: oculta o manifiesta, imprevista o insistente.
Mas líbranos del mal: pasado, presente y futuro.
Gloria al Padre...”.
San Francisco de Asís