Señor, en esta novela eterna
iniciada entre Tú y nosotros,
enséñanos el lugar que ocupa
el singular baile de nuestra obediencia.
Revélanos la gran orquesta de tus designios
donde lo que tú permites
lanza extrañas notas
en la serenidad de lo que tú deseas.
(Nous autres, gens des rúes, p. 91)
Madeleine Delbrêl