8.10.12

Cuida de él Lc 10,35


LECCIÓN DE VIDA
... 
Por eso yo, con profunda
ansia de vida y de amor,
quiero regar mi sudor,
y hacer mi vida fecunda,
como le place al Señor.

Quiero que la vida mía
no sea un germen enfermo
en tierra rasa y bravía:
quiero remover el yermo
y hacer fecunda la ería.

Y quiero dar en amores
cuanto mi espíritu encierra,
y deshacerme en sudores,
para que, al dar en la tierra,
produzca la tierra flores.

¡Cuerpo mezquino y cansado!
¡Espíritu amedrentado!
¡Basta de necio temor!...
¡A devolver al Señor
cuanto el Señor  os ha dado!

¡Alma, da cuanto poseas,
hasta las últimas sobras!
¡Tú, voluntad, date en obras!
¡Tú, inteligencia, en ideas!
¡Y tú, hirviendo de pasión
cual deshace el ventarrón
las nieves sobre las cimas,
entrégate, corazón,
deshecho en cantos y en rimas!
                  ___

...
Quiero hacer bien en mi vida,
para sentir en mi pecho
esa dulzura escondida
que engendra la indefinida
satisfacción del bien hecho.

Que es verdad que, aunque haya quien
nunca logrará entenderlo,
hay un goce en hacer bien
por solo el goce de hacerlo.

Y es que al que siembra este suelo
de rosales de poesía,
de esperanzas , de alegría,
de fortaleza y consuelo;
y al que le da a sus hermanos
rosas de consejos sanos
 y palabras bondadosas…,
¡le queda siempre en las manos
algún perfume de rosas!

Siento en mi pecho bullir
ansias de amar con fervor…,
¡que quien no derrocha amor
no sabe lo que es vivir!

Compartir quiero mis días
con otras almas hermanas,
y partir mis alegrías
que, en lo que tienen de humanas,
tan suyas son como mías;

abrir a todos mis brazos
y consolar sus pesares,
y, entre rimas y cantares,
darles la vida a pedazos.

Y, al fin, rendido, quisiera
poder decir cuando muera:
Señor, yo no traigo nada
de cuanto tu amor me diera…
¡Todo lo dejé en la arada
en tiempos de sementera!

Allí sembré mis ardores;
vuelve tus ojos allí,
que allí he dejado unas flores
de consuelos y de amores…
¡Y ellas te hablarán de mí!
               ___

Ya sonríe la alborada,
y en la llanura mojada,
la tierra, abierta  y partida,
ya está preñada de vida
en los surcos de la arada.

¡Ven a la arada a aprender
lo que es vivir, corazón,
que es de vida la lección
de este hermoso amanecer!

¡Corazón, la vida espera!...
¡Las manos a la mancera
y los labios a cantar,
que es tiempo de comenzar,
corazón, la sementera!

José María Pemán