¡Oh Virgen Madre, hija de tu hijo,
más que toda criatura humilde y alta,
término fijo de un designio eterno,
tú eres aquella que a la especie humana
ennobleciste tanto, que su autor
no desdeñó de hacerse su hechura!
En tu vientre el amor prendió de nuevo,
por cuyo ardor en una paz eterna
así esta flor en tierra ha germinado.
Aquí nos eres meridiana antorcha
de caridad, y abajo, entre mortales,
les eres de esperanza fuente viva.
Mujer, eres tan grande y tanto vales,
que el que quiere una gracia y no te implora,
quiere que su desear vuele sin alas.
Tu benignidad santa da socorro
no sólo a quien lo pide, muchas veces
liberalmente a ese pedir precedes.
En ti piedad, en ti misericordia,
en ti magnificencia, en ti se aúna
todo cuanto es bondad en la creatura.
más que toda criatura humilde y alta,
término fijo de un designio eterno,
tú eres aquella que a la especie humana
ennobleciste tanto, que su autor
no desdeñó de hacerse su hechura!
En tu vientre el amor prendió de nuevo,
por cuyo ardor en una paz eterna
así esta flor en tierra ha germinado.
Aquí nos eres meridiana antorcha
de caridad, y abajo, entre mortales,
les eres de esperanza fuente viva.
Mujer, eres tan grande y tanto vales,
que el que quiere una gracia y no te implora,
quiere que su desear vuele sin alas.
Tu benignidad santa da socorro
no sólo a quien lo pide, muchas veces
liberalmente a ese pedir precedes.
En ti piedad, en ti misericordia,
en ti magnificencia, en ti se aúna
todo cuanto es bondad en la creatura.
Dante Alighieri
La Divina Comedia (Principio del último Canto (XXXIII) del Paraíso)