29.5.12

RUPNIK
“Ve con absoluta seguridad... que Dios antes aún de crearnos nos amó, con un amor que nunca ha disminuido, y nunca se desvanecerá... en este amor tenemos nuestro principio, y todo esto lo veremos en Dios sin fin”
Juliana de Norwich

26.5.12

«Recibid el Espíritu Santo» Jn 20,22

"Cuánto se tarda, Señor, en llegar a comprender que sólo por piedad podemos ser amados, y que ninguna estima, ninguna admiración, ninguna confianza puede llegarnos de ti sin haber pasado por tu misericordia. Se tarda mucho, pero se consigue. Como un niño ciego y sordo, en el regazo de su madre, sumido en la soledad y la tiniebla, así, algún día, descubrimos nosotros nuestra alma insondablemente empobrecida por no poder mirar a las colinas eternas ni oír tus ecos del Paraíso. Así descubrimos nuestra alma en el regazo de tu Providencia. Y entonces tu espíritu nos inviste:
ese dedo de la diestra del Padre, como una mano maternal, reveladora, educadora, que incorpora a su hijo a la vida. Tu espíritu nos guía por impulso; nos anuncia lo que es por contacto. Su muda envoltura siembra en nuestro corazón un germen de palabras. A las palabras que decimos en medio de la soledad y la tiniebla responde el silencio de tu espíritu; un silencio cuya proximidad nos envuelve y nos enseña. Para ello basta con saber que nuestros ojos son verdaderamente incapaces de ver y nuestros oídos están sordos a todo lo que tú eres".
Madeleine Delbrêl

¡Ven!

¡Ven!

NECESITO DE TU ESPÍRITU

Señor, ¡necesito de tu Espíritu!, de aquella fuerza divina que ha transformado tantos, haciéndoles capaces de gestos extraordinarios de entrega generosa a tu pueblo.
Sintiendo el reto de la misión que me encomiendas, desearía yo, una acción muy profunda tuya en mi alma, que me concediera los tesoros de los dones que repartiste a tantos hombres y mujeres: de sabiduría e inteligencia, de consejo y fortaleza, de conocimiento y temor de Dios, que fue el ideal de tantas almas santas de esta tierra.
Dame lo que diste a los profetas. Que, aunque mi ser pequeño proteste, me vea forzado a hablar por la seducción soberana de tu Evangelio.
Dame aquel Espíritu que lo escruta todo, lo sugiere todo y lo enseña todo. Aquel Espíritu que transformó a los débiles pescadores de Galilea en las columnas vivas de tu Iglesia, por el sencillo testimonio de su amor por sus hermanos. Aquel Espíritu que transformó la terquedad indómita de Pablo en la ruta de Damasco, colmándole de gracia su existencia para convertirlo en apóstol de tu Cristo.
Y esta efusión vivificante será como una nueva creación de corazones transformados, de una sensibilidad receptiva a la voz que nos viene de nuestro Padre, de una fidelidad espontánea a su Palabra. Y así nos hallarás más fieles, más disponibles y más compañeros, para servir alegres a tu pueblo sediento de tu Reino.
Pedro Arrupe S.J.

24.5.12

«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jn 21,15

Cuando remamos a oscuras
en medio de la noche,
y nuestras redes están vacías,
tú estás presente,
aunque nuestros ojos no sepan reconocerte.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!
De madrugada, cuando la luz vence a las tinieblas,
en el primer día de la semana,
tú estás en la orilla,
y tu palabra ilumina nuestras sombras.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!
Señor de la Vida en abundancia,
Señor de las redes llenas:
como Juan,
queremos ser capaces de reconocer tu presencia;
como Pedro,
queremos saltar de la barca para ir a tu encuentro.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!
Nos das a comer un pan y unos peces
que has preparado para nosotros,
y en esa comida compartida
aprendemos a entregar sin reservas
lo que gratuitamente hemos recibido de ti.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!
Tú reclamas de nosotros
la confesión de nuestro amor,
y nos envías después a sostener, a apoyar,
a defender la vida de nuestros hermanos.
No tenemos más que un poco de pan
y la pobreza de nuestro amor,
pero eso es lo que podemos ofrecerte,
y con eso estamos dispuestos a seguirte.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!
Con todos los que creen sin haber visto,
con todos cuantos buscan sin desfallecer,
con todos los pequeños y humildes de corazón,
creemos y proclamamos
que en ti la muerte ha sido vencida,
que estás vivo y nos precedes en el camino.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!

Dolores Aleixandre (Compañeros en el camino)

¡Ven!

22.5.12

¡Ven!

¡Por ti seré Espíritu!

Cuando me vi desnudo y sin aliento,
arando un mar desierto y sin amor.
Cuando pensé que mi alma había muerto,
llegaste tú, como la luz del Sol.

Por ti seré más fuerte que el destino,
por ti seré tu héroe ante el dolor
yo sin ti estaba tan perdido
por ti seré mejor de lo que soy…

19.5.12

HORACIO
NUNCA OS DEJARÉ SOLOS

Cristo Jesús,
en tu Evangelio
nos lo aseguras:
Nunca os dejaré solos,
os enviaré al Espíritu Santo,
que será un apoyo y un consolador.
Él os concederá
estar en comunión
con Dios día tras día.

H Roger de Taizé

18.5.12

«Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo» Jn 16,20

“Si Dios es sumamente bueno y sabio, ¿por qué existen el mal y el sufrimiento de los inocentes? También los santos, precisamente los santos, se plantean esta pregunta. Iluminados por la fe, nos dan una respuesta que abre nuestro corazón a la confianza a la esperanza: en los misteriosos designios de la Providencia, también del mal sabe sacar Dios un bien más grande, como escribió Juliana de Norwich: "Aprendí de la gracia de Dios que debía permanecer firmemente en la fe, y que debía por tanto creer firme y perfectamente que todo habría acabado en bien…" (Il libro delle rivelazioni, cap. 32, p. 173)”
Benedicto XVI: Juliana de Norwich y el amor divino

16.5.12

«Vuestra tristeza se convertirá en gozo» Jn 16,20


Jesús, el Cristo,
Tú no quieres para nadie la tribulación interior.
Y vienes a esclarecer  el profundo misterio del dolor humano.
He aquí como, por medio de él,
nos acercamos a una intimidad con Dios.
Espíritu Santo Consolador,
concédenos aligerar  la pena de los inocentes
y estar atentos a los que, pasando por situaciones de prueba,
irradian por su vida, la santidad de Cristo Jesús.
H Roger de Taizé

14.5.12

La oración del AMOR

El amor no piensa en sí, es delicado y fiel; ama a Dios por Él mismo y no por la paga, pues él se es así mismo bastante paga. Aguanta en las horas turbias, sobrepuja amarguras; las aguas de la aflicción no llegan a apagarlo; es callado y no gusta de muchas palabras; porque el amor grande es casto y recatado. Valiente y confiado, y con todo respetuoso, odia la plebeya confianza y descorteses maneras ante el incomprensible Dios, pues no es amor a un cualquiera, sino amor a todo un Dios. El amor es un adherirse a otro, un darse todo a otro; por ello todo lo noble e indeciblemente sabroso encerrado en lo supremo y último que un corazón amante puede hacer, deriva de aquello que se ama. Por ello es tan supereminentemente santo el amor de Dios; por ello es inextinguible.
Karl Rahner, S.J.

13.5.12

Dios es AMAR

En ti Amor :MADRE

Dios no puede sino amar.
Me ama como a su único;
Un amor que me excede
Hasta el final de mi vida:
Razón para maravillarme,
Audacia para recomenzar
Una y otra vez.
Amanece en mí la belleza del asombro,
El asombro de un amor.
Cada día es un hoy de Dios.
Aunque piense que no soy digno,
¿Dejaré que Dios pose en lo más hondo de mi
ser
El frescor de una fuente?
Dios jamás me retira su presencia,
Cristo me aguarda en lo más profundo de mí
Aun cuando no lo sé;
Lo encuentro y surge lo inesperado:
Llama en el corazón, relámpago en la oscuridad.
¿Presiento en mí la callada espera de su presencia?
Dios me busca incansable.


Oración compuesta con textos de Roger de Taizé
fvidal@upcomillas.es

10.5.12

Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros Jn 15,9

TRINIDAD DE MULLER

Cristo Jesús,
aunque tuviéramos una fe como para transportar montañas,
sin una ardiente caridad,
¿Qué seríamos?
Tú nos amas.

Sin tu Espíritu que habita nuestros corazones
¿Qué seríamos?
Tú nos amas.

Cargando todo sobre Ti nos abres un camino hacia la fe,
hacia la confianza en Dios,
que no quiere ni el sufrimiento ni la angustia humana.

Espíritu de Cristo resucitado, Espíritu de compasión, Espíritu de alabanza,
tu amor por cada uno de nosotros nunca desaparecerá.

H Roger de Taizé

7.5.12

«El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho. » Jn 14,26

JESÚS, ALEGRÍA DE NUESTROS CORAZONES

Jesús, alegría de nuestros corazones,
Tú infundes en nosotros el Espíritu Santo,
que viene a alentar la confianza
en nuestras profundidades.
Por Él comprendemos
que el simple deseo de Dios
devuelve nuestra alma a la vida
 H Roger de Taizé

6.5.12

¡Amado de mi Padre! Jn 14,21


RUPNIK
JESÚS ES DULZURA Y AMOR

¡Oh Salvador mío, fuente inagotable de dulzura y de bondad!
No piense yo más que en Vos.
Cuando al mismo tiempo que a Vos se ama cualquiera otra cosa,
ya no se os ama, ¡oh Dios mío!, con verdadero amor.
¡Oh amor lleno de dulzura, dulzura llena de amor,
amor exento de penas y seguido de infinidad de placeres;
amor tan puro y tan sincero que subsiste en todos los siglos;
amor cuyo ardor no hay cosa que pueda apagar ni entibiar!
¡Jesús, mi adorable Salvador,
cuyas bondades, cuyas dulzuras son incomparables,
caridad tan perfecta como que sois nada menos que mi Dios!
Véame yo abrasado en vuestras divinas llamas,
de suerte que no sienta ya más que aquellos torrentes de dulzuras,
de placeres, de delicias y de alegría,
pero de una alegría enteramente justa,
enteramente casta, pura, santa
y seguida de aquella perfecta paz que solamente en Vos se encuentra.
Sea yo abrasado en las llamas de aquel amor,
¡oh Dios mío!, con todo el afecto de mi corazón y de mi alma.
No quiero, bien mío, no quiero en lo sucesivo más amor que el vuestro.

San Agustín

4.5.12

«Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí » Jn 14,11

RUPNIK

Padre: has de oír
este decir
que se me abre en los labios como flor.
Te llamaré
Padre, porque
la palabra me sabe a más amor…
Gabriela Mistral

2.5.12

«Yo soy el camino, la verdad y la vida» Jn 14,6

¡Dondequiera que te encuentres sobre la tierra, tú que desearías percibir el misterio que encierra el corazón de tu corazón, ¿presientes en ti, aunque fugaz, la callada espera de una presencia? Esa sencilla espera, ese simple deseo de Dios, es ya el comienzo de la fe!

 

H Roger de Taizé