Jesús, el Resucitado,
Tú miras el corazón, no las apariencias.
Desde el fondo de nuestro ser a veces te llamamos: Jesús, el Cristo,
no soy digno de Ti, pero di una sola palabra
y mi alma quedará pacificada, curada.
Y Tú, el Cristo, nunca pones en nosotros el tormento ni la angustia
sino que tu continua presencia viene a despertar la alegría de vivir en Ti
H Roger (Taizé)
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