Lo que uno retiene sólo para sí
es lo que se corrompe dentro de nosotros
como agua encharcada.
Lo que uno deja pasar hacia los otros
es lo que lava nuestra intimidad
como agua que corre.
Todo lo retenido se deteriora hasta desintegrarse,
y el propio corazón se convierte en carcelero.
Todo lo regalado crece sin fin con vida propia,
y nuestro corazón se convierte en creador.
Guardarse enteramente uno mismo
es la única manera de perderse eternamente
en la esterilidad de la muerte.
Perderse enteramente uno mismo
es la única manera de ganarse eternamente
en el Reino de la vida
BENJAMÍN GONZÁLEZ BUELTA