22.7.16


El poder de la Palabra en su presencia-ausencia

Quien comprende al que comprende, muere como el que compren-de. Y lo que muere es el alma del alma, el sentido de la individualidad.
La muerte viene por la lengua, por la palabra. Su Palabra es fuego que abrasa al individuo con su presencia y es consuelo en la desolación de su ausencia.
Su Palabra es una piedad inmisericorde. Son flechas que hieren de muerte al pájaro del alma.
Son una piedad, porque me liberan de mí, pero son una piedad inmisericorde porque me matan.
En mí, su presencia-ausencia es el alba que devora las tinieblas; en mí es el día que enciende la luz del sol. Él vuelve mi término al inicio de los inicios. Su faz levanta todas mis nieblas.
Le veo y me lamento por su ausencia.
Él es celoso, no quiere que nada ocupe mi mente y mi corazón fuera de Él. Él es todo, pero es “otro” de todo lo que doy por real.
Mi gozo y mi pena por su presencia ausente son una ofrenda a Él.
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”

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