12.12.12

Feliz tú que has creído


NOCHEBUENA
Como recuerdo de 24.12.36

¡Mi Dios y Señor!
Me has dejado andar un largo y oscuro camino,
pedregoso y duro.
Muchas veces sentía que mis fuerzas ya cedían la cansancio.
Casi perdí la esperanza de contemplar Tu luz.
Mas cuando en el dolor más hondo mi corazón se helaba,
me llegó el fulgor de una clara y dulce estrella
que me condujo fiel. Yo la seguí
vacilante al principio, después segura.
Así llegué un día a las puertas de tu Iglesia.
Se abrieron, y pedí la entrada.
Por boca de tu ministro me saludó tu voz.
En el interior una estrella sigue  a otras.
Rojas estrellas de flores me indican mi subida hacia Ti.
Son los mensajeros.
El misterio que oculté en mi corazón muy hondo,
ya es hora de anunciarlo:
¡Yo creo y confieso!
El sacerdote me sube a las gradas del Altar,
doblo mi frente,
las bendita aguas fluyen sobre mi cabeza.
¿Es posible, Señor, que haya vuelto a renacer
La que había pasado ya la mitad de una una vida?
Tú los has dicho, y yo lo vivo.
El peso la culpa y la fatiga de una larga vida cayó de mí.
Recibo de pie la blanca capa,
Mis hombros cobran vigor:
¡es luminoso haz de pureza!
Llevé en mis manos tu cirio.
Su llama me dice que Tú –mi Vida– ardes en mí.
Mi alma es pesebre,
te espera,
¡no tardes en venir!
María –tu Madre y mía–
Me ha dado su nombre,
y su Unigénito que ha puesto a medianoche en mí.
Nadie alcanza ni de lejos
Lo que en Ti   – “dentro”– encerrado llevas
Para aquellos que te aman.
Ya te tengo. No me dejes.
Siempre en la ruta de mi vida
estarás Tú junto a mí.
Ni la muerte – porque es vida– me arrancará tu Amor.
Edith Stein

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