20.11.11

«Dio todo cuanto tenía para vivir» Lc 21,4


“Quiero mostrarte yo mismo lo que quiero de ti: Si así lo quieres toma hojas de este árbol, es el conocimiento de mi voluntad y la experiencia de amor. Y en la necesidad me sentirás en fruición, así obró mi Padre conmigo que era su Hijo. Me dejó en la aflicción pero no me abandonó. Lo sentía en la fruición y servía a aquellos a los que me había enviado. Ayuda amada mía a los que están afligidos, obren bien o mal contigo, Amor te confiere las fuerzas para ello. Da TODO pues TODO es tuyo”
                                                   Hadewijch de Amberes

19.11.11

Cristo Rey: El «insólito»

RUPNIK
Lo «insólito» no le confiere al cristiano las características de un hombre notable y señalado, sino el rechazo o la denuncia en su propia vida de todo lo que pueda alterar su parecido con Jesucristo. No se trata de la brillante realización de un hombre cristiano, sino del mismo Cristo de siempre que muestra su rostro a través del de un hombre.
Un hombre que no sólo cree en Dios, sino que debe amarle como un hijo ama a un padre amoroso y todopoderoso, a la manera de Cristo.
No sólo depende de Dios, sino que es soberanamente libre por voluntad de Dios.
No sólo ama a su prójimo como a sí mismo, sino que debe amarlo «como Cristo nos ha amado», a la manera de Cristo.
No sólo es hermano, sino un hermano bueno en sus palabras y en sus actos. Para esta bondad no  hay límites ni dispensa.
No sólo es hermano de su prójimo cercano, sino del prójimo universal.
No sólo es hermano legal, sino hermano práctico, accesible: no tiene que rebajarse para nadie, no hay distancia; es el prójimo de todos, no se rebaja ni se eleva: está al mismo nivel; sin  privilegios y sin derechos: sin superioridad.
No sólo da, sino que comparte; presta, pero no reclama; está disponible para lo que se le pide y  también para más de lo que se pide.
No sólo sin mentiras, sino también sin silencios, sin «añadiduras ».
No sólo es hermano de los que le aman, sino también de sus enemigos; no sólo soporta los  golpes, sino que no se aleja del que le golpea.
No sólo no devuelve el mal, sino que perdona, olvida; y no sólo olvida, sino que devuelve bien por mal.
No sólo sufre y muere a manos de algunos, sino que sufre y muere por ellos; y no sólo una vez, sino en cada ocasión.
No sólo juzga con justicia, sino que no juzga a nadie.
No sólo comparte lo que es y lo que tiene, sino que da lo único que Dios le ha dado personalmente: su propia vida.
No sólo combate el mal interior —en él mismo—, sino también el exterior; y no sólo lucha contra el mal allí donde esté, sino contra sus frutos: la desdicha, el sufrimiento o la muerte. Pero combate por el bien y sin cometer el mal y, si se trata de la felicidad de muchos, no acepta compensarla con la desgracia de uno solo.
No sólo combate el mal en el mundo, sino que acepta el sufrimiento que debe soportar.
No sólo lo acepta, sino que lo acepta de buen grado, voluntariamente, porque es la energía, la eficacia, el arma del combate cristiano.
No sólo combate, sino que combate sin gloria, para que Dios sea glorificado, sea santificado su  nombre y venga su reino.
No sólo acepta no parecer un héroe, sino no serlo.
No sólo acepta no ser admirado, sino ser ignorado; no sólo admite no tener la estima ajena, sino tampoco la propia.
No sólo emplea todas sus fuerzas en la tarea, sino que ignora para qué sirve esa tarea; no sólo  ignora quién la empezó o la continúa, sino que ignora la obra de Dios en la que se utiliza.
No sólo combate, sino que es pacífico, porque lo que el Dios todopoderoso e infinitamente  amoroso ha empezado o continúa, él siempre lo termina con fuerza y con amor. Espera de Dios con una confianza «inagotable» eso por lo que trabaja con todas sus fuerzas y sus fuerzas no pueden realizar. Pide a Dios que se haga su voluntad; espera de Dios que venga su reino. La oración es para él la energía de la acción.
No sólo ama la vida porque Dios la ha hecho, sino que es feliz de vivir una vida que es eterna para todos los hombres.
No sólo es feliz de vivir, sino que es feliz de morir, porque morir es nacer a la eternidad, porque todo hombre será juzgado por el amor de Dios, por la justicia compasiva de Dios; no sólo porque la creación es hija de Dios, sino porque su belleza, incluso saboteada, es indestructible; no sólo porque el hombre está sumergido en los bienes de Dios, sino porque Dios sólo permite el mal para que de él nazca un bien mejor.
No sólo actúa en el tiempo, sino que espera los frutos de eternidad cuya semilla siembra él en el tiempo. Esto es lo que él denomina «esperanza».
No sólo es feliz porque vive gracias a Dios y para Dios, sino porque vivirá y hará vivir a sus hermanos con Dios para siempre.
Madeleine Delbrêl (La Alegría de Creer)

Creeré

Creeré (Tercer Cielo)

14.11.11

¡La mirada de Jesús!


El icono de Zaqueo.
Lee despacio la escena sintiéndote dentro de ella: también tú acaparas muchas «riquezas injustas»: lo que sabes, puedes, tienes...; también tú quieres saber quién es Jesús; también tú eres «pequeño de estatura» para poder verle, y muchos tipos de «multitudes» te lo están impidiendo; también tú estás tratando de poner algún medio para verle. «Jesús, llegando a aquel sitio, alzó la vista...» Antes de que os dijera a Zaqueo y a ti : «Baja pronto, que quiero hospedarme en tu casa», su mirada os ha hablado de acogida incondicional, de su deseo de encontrarse con él y contigo, de la alegría que le da su presencia y la tuya, de las expectativas de amistad que tiene sobre él y sobre ti. En su mirada no hay, en ese primer momento, ni exigencia, ni corrección, ni siquiera llamada a la conversión; tan sólo hay una oferta de perdón gratuito y una llamada a entrar en otro nivel de relación. Deja que fluyan en ti el agradecimiento, la alegría de ser mirado así, de recibir esa llamada a una mayor intimidad. Sé consciente de que la transformación de Zaqueo, su conversión a la justicia y la generosidad nacieron de ahí. Ponte delante de Jesús con «todos tus bienes» y dile qué quieres hacer con ellos. Escucha como pronunciadas para ti las palabras de Jesús:
«El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar
lo que estaba perdido...»

Dolores Aleixandre "Compañeros en el camino"

13.11.11

«¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!» Lc 18,41


Los colores
En algún lugar del tiempo, más allá del tiempo, el mundo era gris. Gracias a los indios Ishir, que robaron los colores a los dioses, ahora el mundo resplandece; y los colores del mundo arden en los ojos que los miran.
Ticio Escobar acompañó a un equipo de la televisión española que vino al Chaco para filmar escenas de la vida cotidiana de los Ishir. Una niña indígena perseguía al director del equipo, silenciosa sombra pegada a su cuerpo, y lo miraba fijo a la cara, de muy cerca, como queriendo meterse en sus raros ojos azules.
El director recurrió a los buenos oficios de Ticio, que conocía a la niña, y la muy curiosa le confesó:
-Yo quiero saber de qué color mira usted las cosas.
-Del mismo que tú -sonrió el director.
-¿Y cómo sabe usted de qué color veo yo las cosas?
Eduardo Galeano

11.11.11

«Orar siempre sin desfallecer» Lc 18,1

"Sí, cuanto más me incrusta el mal y más se hace incurable en el fondo de mi carne, a Ti más te cobijo, como un principio amante, activo, de depuración y de liberación. Cuanto más se abre ante mí el futuro como una grieta vertiginosa o un oscuro paso, más confianza puedo tener, si me aventuro sobre tu palabra, de perderme o abismarme en Ti, de ser, Jesús, asimilado por tu Cuerpo. Energía de mi Señor, Fuerza irresistible y viviente, puesto que de nosotros dos Tú eres infinitamente el más fuerte, a Ti es a quien compete el papel de quemarme en la unión que ha de fundirnos juntos. Dame todavía algo más precioso que la gracia por la que todos los fieles te ruegan. No basta con que muera comulgando. Enséñame a comulgar muriendo."

P Teilhard de Chardin

9.11.11

«Vedlo aquí» Lc 17, 21


«Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia pudo subir a lo alto del cielo. A su vuelta contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. "El mundo es eso", reveló, "un montón de gente, un mar de fueguitos". Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende»
Eduardo Galeano

7.11.11

«El celo por tu Casa me devorará» Jn 2,17

 
Soy
Soy lo que dejaron,
soy toda la sobra de lo que se robaron.
Un pueblo escondido en la cima,
mi piel es de cuero por eso aguanta cualquier clima.
Soy una fábrica de humo,
mano de obra campesina para tu consumo
Frente de frio en el medio del verano,
el amor en los tiempos del cólera, mi hermano.
El sol que nace y el día que muere,
con los mejores atardeceres.
Soy el desarrollo en carne viva,
un discurso político sin saliva.
Las caras más bonitas que he conocido,
soy la fotografía de un desaparecido.
Soy la sangre dentro de tus venas,
soy un pedazo de tierra que vale la pena.
soy una canasta con frijoles ,
soy Maradona contra Inglaterra anotándote dos goles.
Soy lo que sostiene mi bandera,
la espina dorsal del planeta es mi cordillera.
Soy lo que me enseño mi padre,
el que no quiere a su patria no quiere a su madre.
Soy América latina,
un pueblo sin piernas pero que camina.

Tú no puedes comprar al viento.
Tú no puedes comprar al sol.
Tú no puedes comprar la lluvia.
Tú no puedes comprar el calor.
Tú no puedes comprar las nubes.
Tú no puedes comprar los colores.
Tú no puedes comprar mi alegría.
Tú no puedes comprar mis dolores.

Tengo los lagos, tengo los ríos.
Tengo mis dientes pa` cuando me sonrío.
La nieve que maquilla mis montañas.
Tengo el sol que me seca  y la lluvia que me baña.
Un desierto embriagado con bellos de un trago de pulque.
Para cantar con los coyotes, todo lo que necesito.
Tengo mis pulmones respirando azul clarito.
La altura que sofoca.
Soy las muelas de mi boca mascando coca.
El otoño con sus hojas desmalladas.
Los versos escritos bajo la noche estrellada.
Una viña repleta de uvas.
Un cañaveral bajo el sol en cuba.
Soy el mar Caribe que vigila las casitas,
Haciendo rituales de agua bendita.
El viento que peina mi cabello.
Soy todos los santos que cuelgan de mi cuello.
El jugo de mi lucha no es artificial,
Porque el abono de mi tierra es natural.

Tú no puedes comprar al viento.
Tú no puedes comprar al sol.
Tú no puedes comprar la lluvia.
Tú no puedes comprar el calor.
Tú no puedes comprar las nubes.
Tú no puedes comprar los colores.
Tú no puedes comprar mi alegría.
Tú no puedes comprar mis dolores.

Você não pode comprar o vento
Você não pode comprar o sol
Você não pode comprar chuva
Você não pode comprar o calor
Você não pode comprar as nuvens
Você não pode comprar as cores
Você não pode comprar minha felicidade
Você não pode comprar minha tristeza

Tú no puedes comprar al sol.
Tú no puedes comprar la lluvia.
(Vamos dibujando el camino,
vamos caminando)
No puedes comprar mi vida.
MI TIERRA NO SE VENDE.

Trabajo en bruto pero con orgullo,
Aquí se comparte, lo mío es tuyo.
Este pueblo no se ahoga con marullos,
Y si se derrumba yo lo reconstruyo.
Tampoco pestañeo cuando te miro,
Para q te acuerdes de mi apellido.
La operación cóndor invadiendo mi nido,
¡Perdono pero nunca olvido!

(Vamos caminando)
Aquí se respira lucha.
(Vamos caminando)
Yo canto porque se escucha.

Aquí estamos de pie
¡Que viva Latinoamérica!

No puedes comprar mi vida
 
Calle 13 (Latinoamérica)

5.11.11

«A media noche se oyó un grito: "¡Ya está aquí el novio!» Mt 25,6


¿Dónde está tu victoria, muerte extraña?
¿Dónde está tu derrota, muerte amiga?
Nos llevas, te llevamos, en la entraña,
grano en tu surco, de tu surco espiga.
Juntos crecemos. Tú hacia el ocaso,
cumplida la misión que nos fecunda.
Nosotros hacia el día, por el "paso"
de tu garganta abierta. La profunda
soledad de tu abismo se ha llenado
con el grito del Dios crucificado,
con tu muerte en Su muerte redentora.
¡Victoria derrotada en Su agonía,
oh hermana temporal, vientre del Día,
umbral de los “levantes de la aurora”!
P. Casaldáliga

4.11.11

«Dios conoce vuestros corazones»



Servant of Peace (Knatam Kaur)

Oración de San Francisco de Asís:

Señor, hazme un instrumento de tu paz;
Donde haya odio, siembre yo amor;
Donde haya injuria, perdón;
En caso de duda, fe;
Donde haya desesperación, esperanza;
Donde haya tinieblas, luz;
Donde haya tristeza, alegría.

Oh Divino Maestro,
Haz que yo no busque tanto:
Para ser consolado, sino consolar;
Para ser comprendido, sino comprender;
Para ser amado, como amar;
Porque es en el dar que recibir,
Es perdonando que somos perdonados, 

 Es muriendo que nacemos a la vida eterna.

31.10.11

¡Todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás! Jn 11,26

Película: El lado oscuro del corazón
Diálogo entre Oliverio y la MUERTE
Oliverio: Es mejor herido que dormido, como hasta ahora...
Muerte: ¡Te gusta sufrir!
Oliverio: A veces una herida te recuerda que estás VIVO, es esto el Amor, mi estupida muerte, es esto... cómo explicártelo ¡pobrecita!, si entendieras esto estarías viva.
Ana me partió el corazón, pero al herirlo lo creó, ¡nunca lo entenderías!.
¡Mi pobre Ana, mi querida Ana!
Nunca hubiera podido pagarte esto que hiciste en mí.
¡Iluminaste el lado oscuro de mi corazón!
POR QUÉ DECIDISTE PERMANECER POBRE, ¡DEJÁNDOME A MÍ TAN RICO!

¡Mirad qué amor nos ha tenido el Padre!


Para los hijos de Dios la tierra es una casa de su Padre del Cielo. Todo lo que hay sobre la tierra, y el mismo suelo, le pertenece. Sí, verdaderamente, la tierra es una casa de su Padre. No desprecian ninguna habitación, ningún continente, ni ninguna minúscula isla, ni ninguna nación, ni ningún patio; ninguna de esas habitaciones, que son las plazas, las aceras, las oficinas, las tiendas, los muelles, las estaciones...Tienen que crear en ella el espíritu de familia.
Cada mañana, cuando van por la calle, se maravillan al ver con sus ojos carnales a todos estos hermanos a los que sólo encontraban, desde siempre, en la espesura de la fe. No pueden separarse de ellos, ni tratarlos como extraños; la propiedad de un asiento resulta discutible; las propiedades comerciales mucho menos intransigentes. Las distinciones sociales se tambalean. Las categorías de los valores humanos se vuelven frágiles.
Pocas diferencias caben frente a este título común de hijo de Dios: no son más importantes ni más visibles que un hilo de color sobre la superficie de una sábana blanca. Como en la radiografía se ve desaparecer en la pantalla la ropa, los músculos, todo lo que no es lo esencial del organismo; del mismo modo, ante el apelativo de hijo de Dios, desaparece todo lo que no es nuestro parentesco teologal.
Madeleine Delbrêl

30.10.11

«Cuando des un banquete, llama a los pobres» Lc 14,13

El pobre no debe ser alguien soportado, tolerado, sino esperado. El pobre no debe sufrir por nuestra parte una especie de reglamentación: «haremos esto hasta aquí; aquello hasta allí». Él nunca nos debe nada, sino que somos nosotros los que le debemos lo que debemos al propio Cristo. La misma fe que nos permite recibir a Cristo en nosotros a través de la eucaristía, nos permite recibir al pobre en nuestra vida.
¿Quién es mi prójimo? —Cualquier hombre.
¿Quién es el pobre? —Por lo general, quien socialmente está «fuera»; fuera de la vida de los demás, prisionero, enfermo, extranjero, desnudo...

Madeleine Delbrêl

29.10.11

¡Uno sólo es vuestro Padre! Mt 23,9


Todos estamos predestinados al éxtasis,
todos llamados a salir de nuestras pobres maquinaciones
para resurgir hora tras hora en tu plan.
Nunca somos pobres rechazados,
sino bienaventurados llamados,
llamados a saber lo que te gusta hacer,
llamados a saber lo que esperas en cada instante de nosotros:
personas que necesitas un poco,
personas cuyos gestos echarías de menos
si nos negásemos a hacerlos.
El ovillo de algodón para zurcir,
la carta que hay que escribir,
el niño que es preciso levantar,
el marido que hay que alegrar,
la puerta que hay que abrir,
el teléfono que hay que descolgar,
el dolor de cabeza que hay que soportar...
otros tantos trampolines para el éxtasis,
otros tantos puentes para pasar
desde nuestra pobre y mala voluntad
a la serena rivera de tu deseo.

Madeleine Delbrêl

27.10.11

Cuando se hizo de día, llamó... Lc 6,13


El Sol brilla para todos (Snatam Kaur)
El sol brilla para todos,
no hace diferencias
cuando llueve sobre todos,
no hace diferencias.
El Único Espíritu vive en todos,
no hace diferencias.
En nuestra oración
nosotros oramos por todos, 
sí, oramos por todos,
no hacemos diferencias.
Paz para todos,
Vida para todos,
Amor para todos.
Traducción tomada del blog de Elena Andrés

25.10.11

«Luchad por entrar por la puerta estrecha» Lc 13,24

Fano
El abad Juan contó a unos hermanos: «Eran tres filósofos amigos, y uno de ellos al morir encomendó a los otros a su hijo, el cual al llegar a la juventud cometió adulterio con la mujer de su tutor. Descubierto su delito fue arrojado fuera. Más tarde, aunque profundamente arrepentido y hecha penitencia, no le concedieron que volviese, sino que le dijeron: "Vete, estate tres años entre los condenados que trabajan en las minas y luego te perdonaremos tu culpa". Al volver al cabo de los tres años, le dicen de nuevo: "Vete otros tres años y paga dinero para que te insulten y te injurien". Y así gastó otros tres años. Y de nuevo le dijeron: "Vete a Atenas a aprender filosofía". A la puerta de la ciudad se sentaba un viejo filósofo que se burlaba de los que entraban en ella. Injurió también al joven, pero éste se echó a reír. Entonces el anciano le dijo: "¿Cómo es esto, que te insulto y te echas a reír?". El joven le dice: "¿Cómo quieres que no me ría, si durante tres años he estado pagando dinero por padecer injurias, y hoy tú me las ofreces gratis? Por eso me río". Y el anciano le rogó: "Sube y entra en la ciudad"». Después de contar esta historia, el abad Juan, dijo: «Esta es la puerta del Señor y nuestros Padres, por muchas injurias alegrándose en ellas, entraron por ella».